Tengo dos días meditando. Los resultados de las elecciones presidenciales a
pesar de ser desconcertantes para una evidente mayoría también han puesto de
manifiesto la llegada de una nueva forma de liderazgo. A diferencia del
discurso reiterativo y violento del actual presidente, el candidato opositor
dio muestra de un civismo y discurso que muchos demócratas esperábamos desde
hace tiempo. La aceptación sin descalificar al adversario y la inquebrantable
voluntad de seguir forjando el camino son muestras del verdadero cambio, de la
nueva manera de hacer política.
Sumar voluntades es trabajo de todos. Hay que recordar que los venezolanos
que apoyan el actual proyecto de gobierno no son los culpables, ellos tienen el
derecho de opinar y de tener visiones del mundo distintas; lo que no se debe
tolerar es el abuso del gobierno al usar su gran maquinaria con recursos del
estado haciendo del acto cívico y democrático del sufragio un circo nefasto
atropellando voluntades y derechos de los ciudadanos. Haciendo del miedo una
fuente de inagotable provecho.
Aunque los números de votos hayan sido forjados no se puede desestimar que
existe una tangible realidad: Más de la mitad del país no está en consonancia con
el proceder del presidente Chávez.
Como hombre de letras no puedo ser indiferente al contemplar los excesos y
abusos que rompen con nuestra condición humanista.
El cambio es posible si trabajamos para que las voluntades de buen proceder
no se quebranten.
La misión: No alimentar el odio. Sí sembrar voluntades.
No olvidemos, para todos los venezolanos se construye un camino.
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